Y lo que vi claro es que esa gran masa constituía el factor fundamental, aquella masa todavía confundida, incluso, en muchos casos, con prejuicios sobre el socialismo, sobre el comunismo, que no había podido alcanzar una verdadera cultura política y que era influida desde todas direcciones, a través de todos los medios de divulgación masiva y todos los recursos: la radio, la televisión, el cine, los libros, las revistas, la prensa diaria, y la prédica antisocialista y reaccionaria en todas partes.
Entre otras cosas, se presentaba al socialismo y al comunismo como enemigos de la humanidad. Ese era uno de los usos arbitrarios e injustos que se hacía de los medios de divulgación en nuestro país, digamos, uno de los métodos del cual se valía la sociedad reaccionaria en Cuba, igual que en todas partes. Casi desde muy temprano se oía decir que el socialismo negaba a la patria, que les quitaba la tierra a los campesinos, la propiedad personal a la gente, separaba a las familias y cosas por el estilo. Ya en época de Marx se le imputaba la comunicación de las mujeres, lo que mereció una réplica contundente del gran pensador socialista. Las cosas más horribles, más absurdas, se inventaron para envenenar al pueblo contra las ideas revolucionarias. Había mucha gente en la masa, pordioseros que podían ser anticomunistas, limosneros anticomunistas, gente muerta de hambre, gente sin empleo anticomunista. No sabían lo que era el comunismo ni lo que era el socialismo. Sin embargo, tú veías aquella masa que estaba sufriendo, que sufría la pobreza, que sufría la injusticia, que sufría la humillación, que sufría la desigualdad, porque no sólo se mide en términos materiales el sufrimiento del pueblo, sino también en términos morales, y no se sufre sólo porque estas comiendo 1,500 calorías y se necesitan 3 mil, hay un sufrimiento adicional a eso, que es la desigualdad social, que tú te sientas constantemente rebajado y humillado en tu condición de hombre, porque no se te considera nadie, te miran como un cero a la izquierda, como nadie: aquel lo es todo, tú no eres nada.
Entonces yo me doy cuenta de que esa masa era la decisiva y esa masa estaba sumamente irritada y descontenta, no comprendía la esencia social del problema, estaba confundida, atribuía el desempleo, la pobreza, la falta de escuelas, la falta de hospitales, la falta de empleo, la falta de vivienda, todo se lo atribuía, o casi todo, a la corrupción administrativa, a las malversaciones, a la perversidad de los políticos.
El Partido del Pueblo Cubano al que me referí, había recogido bastante de ese descontento. Al sistema capitalista y al imperialismo le atribuía poca responsabilidad. Porque también yo diría que había una tercera religión que se nos enseñaba a nosotros: la religión de respeto y de gratitud a los Estados Unidos. Esa es otra cosa.
[Fragmento del libro Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto, La Habana, 1985]
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