domingo, marzo 08, 2009

burbujas en el humo

Juan callaba, mirando los huevos, la calle, respirando la niebla que de pronto los obligaba a escupir algo como pelusas. En la Martona de la esquina había un negro enorme plantado en la puerta de Uruguay. Clara se quedó helada porque el negro silbaba uno tras otro los temas de Petrushka, los enrollaba en su claro silbido y los iba soltando en la niebla
"Como burbujas en el humo", pensó Clara, enternecida. Iba a decírselo a Juan pero él seguía andando con los ojos bajos
"como si patinara con los ojos", pensó Clara, contentísima del doblete. Un contento amargo, realmente del cuello para arriba. Por el brazo llegaba mejor a Juan, se prendía en él y lo acercaba a su propia respiración tranquila. "Ya falta tan poco", sin querer mirar el reloj. "Más de las cuatro." Pensó en Andrés, que estará allá callado y amistoso, con un volumen bajo el brazo (siempre el menos esperado, De Quincey, Sidney Keyes, Roberto Arlt o Dickson Carr,
o Adán Buenosayres que le gustaba tanto, o Tristan l'Hermite, o Colette - y tan del otro lado, a veces, tan pasado a la orilla de sus autores. Andrés lejano, saludo de tormenta, imagen cineraria, de pronto ráfaga brutal, el incendio de una cólera, una denuncia,
y cómo se podía andar de bien por las calles cuando estaba ahí, un poco adelante, o quedándose en un zaguán para estudiar un aldabón o un eco de sus propios pasos -.
Como Juan, que
Sí, como un Juan sin versos, planta verde sin frutos, casi sin flores. "Andrés" , pensó, apretando los labios contra la niebla. "Como te dejé caer".


Julio Cortazar
El Examen...

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