sábado, marzo 14, 2009

sobre la Clara

Una cosa estaba clara, y era que mucha agua había ya debajo del puente para que la Clara volviese así de pronto haciendo caso omiso de toda esa agua. La rutina con Manuel y la huida hacia Andrés, pero no porque fuese él precisamente, sino por representar en alguien el escapismo, la huida, los días que vinieron, dejándose llevar por los antojos, dejándose querer por Andrés pero sin quererlo y el gran paso de volver. El gran y terrible paso al frente que significa volver. Y una vez acá, la familia y la misma gente de siempre, todos estos años de gente se vería tararear un día, pero sin pensar en Fito.
Entonces el escritor no sabía qué hacer, podía dedicar capítulos enteros a toda esa parte de la historia, pero no tenía mucho sentido, porque era tan distinto a la otra parte de la historia, con otro ritmo, sin esos detalles cotidianos que hacían de Clara y Manuel algo tan lindo, aún cuando a veces era todo terrible y se odiaban con un tacto impecable. Y el escritor pensaba entonces, omitir esa parte de la historia y empezar a contar sobre la Clara acá en la ciudad, sobre la Clara en la facultad y pasando las tardes en la Quinta Normal, pero tampoco se decidía a hacerlo de facto, porque había algo entremedio, algo molestando, precisamente esa parte de la historia que conecta la Clara del allá con la del acá, porque ahora si la ves ya no es la misma, a primera vista no es la misma, pero sigue siendo la Clara igual. Terrible disyuntiva para el escritor, quien a veces se desesperaba y pensaba que lo mejor era dejarlo todo hasta ahí no más, matar a la Clara y empezar otra historia. Quizás esa sea la mejor decisión, viendolo tanto desde la literatura como desde el cariño a los personajes, pero el escritor no la tomaría porque tenía muy claro, que si mataba a la Clara, se mataba también un poco a él mismo.
Además al escritor le agarró un cariño casi paternal cuando un día sentado por ahí por la calle la vio pasar a ella con el libro de Marx que tiempo atrás le había regalado con la esperanza de que algún día lo leyera. Ese día la Clara no lo miró porque no se llega a imaginar que él es el escritor de todo esto. Las vueltas de la vida. La hermosura de lo cotidiano.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario