No es fácil volver aquí, en primer lugar porque todo ha cambiado, yo, todo lo que significa el yo, y tú, todos quienes puedan ser tú, y en segundo lugar, porque no tengo ni las más remota idea de como son ahora las cosas.
¿Cómo sabrá este verano el mote con huesillos y la marihuana? ¿Cómo se verá la puesta de sol cuando vuelva a verla con alguien? ¿Cómo era que se hacía eso de acercarse a alguien y tomarle la mano? ¿Cómo era que se sentía cuando alguien te gustaba?
Hoy, me siento una mujer sola, con una soledad que no es triste, sino que está llena de descubrimientos, de ir entendiendo, de pensar y re pensar en voz baja, de bancarse el llanto, de cortar flores y guardarlas en la pieza.
A menudo me lleno de recuerdos, sobretodo cuando camino sobre ellos, cuando vuelvo a los lugares donde iba con él, donde tantas veces fui tan feliz. Terminamos y fue caer al mundo, la soledad más profunda, más real, con todo lo que no le dije, con todo lo que no hice y que ya era tarde, nunca nadie dijo que sería para siempre, sin embargo enamorarse es creer eso, es arraigarse a su voz, a sus olores, a sus cariños, a sus consejos, a sus miradas, es sorprenderse y temblar con cada beso, cada vez que me tomaba la mano con fuerza, cada vez que decía mi nombre. Terminamos y todo eso se acabó de un día para otro, nos autoengañamos creyendo que podíamos ser amigos, pero no se puede, no se puede cuando lo único que teníamos en común era disfrutar juntos de la vida, de la buena vida y la poca vergüenza.
De cierta forma creo que en estos meses aprendí a dejar de querer en el imaginario y empezar a querer en lo real, donde lo real es siempre la versión fea de las cosas, no hay maquillaje, no hay mundo feliz, las personas somos personas, con todos nuestros errores y nuestras mañas, pero donde lo real no es algo que se pueda reventar como un globo al sol, sino que siempre estará. Lo real son las amistades, lo real es ese cariño que entiende que nadie es el centro del universo, el querer desinteresado.
Y bueno, heme aquí sin saber bien qué hacer, qué pensar, qué sentir. Sin saber si tu llamada a las 2 de la mañana es algo real o imaginario, sin saber si hacerme esa pregunta. Haciendo como que todo anda bien, y es que casi siempre todo anda bien, hasta que llegan las dudas, llegan los recuerdos, llegan esas lágrimas que en las noches les gusta visitarme.
La delicada y perfecta armonía de la duda.
¿Cómo sabrá este verano el mote con huesillos y la marihuana? ¿Cómo se verá la puesta de sol cuando vuelva a verla con alguien? ¿Cómo era que se hacía eso de acercarse a alguien y tomarle la mano? ¿Cómo era que se sentía cuando alguien te gustaba?
Hoy, me siento una mujer sola, con una soledad que no es triste, sino que está llena de descubrimientos, de ir entendiendo, de pensar y re pensar en voz baja, de bancarse el llanto, de cortar flores y guardarlas en la pieza.
A menudo me lleno de recuerdos, sobretodo cuando camino sobre ellos, cuando vuelvo a los lugares donde iba con él, donde tantas veces fui tan feliz. Terminamos y fue caer al mundo, la soledad más profunda, más real, con todo lo que no le dije, con todo lo que no hice y que ya era tarde, nunca nadie dijo que sería para siempre, sin embargo enamorarse es creer eso, es arraigarse a su voz, a sus olores, a sus cariños, a sus consejos, a sus miradas, es sorprenderse y temblar con cada beso, cada vez que me tomaba la mano con fuerza, cada vez que decía mi nombre. Terminamos y todo eso se acabó de un día para otro, nos autoengañamos creyendo que podíamos ser amigos, pero no se puede, no se puede cuando lo único que teníamos en común era disfrutar juntos de la vida, de la buena vida y la poca vergüenza.
De cierta forma creo que en estos meses aprendí a dejar de querer en el imaginario y empezar a querer en lo real, donde lo real es siempre la versión fea de las cosas, no hay maquillaje, no hay mundo feliz, las personas somos personas, con todos nuestros errores y nuestras mañas, pero donde lo real no es algo que se pueda reventar como un globo al sol, sino que siempre estará. Lo real son las amistades, lo real es ese cariño que entiende que nadie es el centro del universo, el querer desinteresado.
Y bueno, heme aquí sin saber bien qué hacer, qué pensar, qué sentir. Sin saber si tu llamada a las 2 de la mañana es algo real o imaginario, sin saber si hacerme esa pregunta. Haciendo como que todo anda bien, y es que casi siempre todo anda bien, hasta que llegan las dudas, llegan los recuerdos, llegan esas lágrimas que en las noches les gusta visitarme.
La delicada y perfecta armonía de la duda.
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