miércoles, diciembre 23, 2009

el libro recuperado

A mitad de la escalinata, Andrés miró hacia el lado del río. Era raro que las casas no dejaran ver el río; confusamente recordaba una imagen donde ya no había obstáculos entre la ciudad en descenso y la orilla. La niebla ahogaba el farol de Viamonte y Reconquista cuando anduvieron en silencio camino del bajo, sin razón para alejarse, solamente seguros de que ya no tenía sentido permanecer allí. Del centro bajaba una niebla más espesa, mezclada con algo que olía a ropa quemada. Stella gritó cuando pasaban bajo el farol y un cascarudo le cayó en el cuello, pinchándola con patitas aguzadas. Juan se lo quitó y lo estuvo mirando, mientras el casacarudo remaba tontamente en el aire; después lo soltó, con un envión suave del brazo. Nadie hablaba pero Andrés oyó (sin querer mirar) el llanto ahogado de Clara, que luchaba por contenerse.
-Mirá- dijo Juan, y señaló el cartelito colgado bajo el cable del tranvía. No era fácil leerlo, Andrés hizo pantalla con las manos.
INICIE Y BAJE DESPACIO
LA PENDIENTE


-Uno no sabe -dijo Juan- si es una prevención o un estímulo.
-No está mal -dijo Andrés-. Pero yo tengo hambre.
-Yo también -dijo Clara, sonándose a lo chiquilina-. Me comería al cronista, me comería a Andrés...
-La mantis religiosa -dijo Juan-. ¿Te gusta el almacén-bar Suizo?
-No. Yo aspiro a comer en lugares elegantes donde hay una servilleta para cada uno, como dice César Bruto. -Se agarró del brazo de Andrés que la dejó apoyarse, parado en la esquina. - En realidad lo que tengo es sed. Ahí adentro... Pero vos comprendés que eso --
-No, no lo comprendo, solamente lo compruebo -dijo Andrés-.


[El exámen, Julio Cortazar]

1 comentario:

  1. hola chica, Cortázar a mí también me encanta. Me produce una cosa magnifica leer sus novelas. Sería bueno charlar con gente que tiene el mismo gusto por un autor maravilloso. Saludos desde el norte de México

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