no duermo y sólo deseo que tú también te enfermes de esto.
La noche en vela me hace mascullar planes fantásticos
soy héroe
salvo a un niño a punto de ser devorado
por un tigre en
el Zoológico
de Londres. No doy entrevistas. Soy humilde.
lo importante
-diré días después a una
periodista rubia del New York Times -
es haber amado, no habrá que arrepentirse
jamás de ese amor, nunca.
Tal vez, si te podrás avergonzar de haberlo dado a
una persona errada
¿pero de haber amado?
¡NO!
miro la hora
las tres veinte
la noche la enfermedad del
siglo.
Pienso que tú también podrías enfermare
e informar
melo.
miro la hora
tres veintiuno
la enfermedad,la enfermedad,la enfermedad,la enfermedad,
a enfermedad,la enf
ermedad,la enfermedad
imagino que converso con Julio y Roque
en el más allá.
Roque me dice . . . acá la vida es carísima
Julio me dice . . . a este acá lo van a fusilar de nuevo
les digo . . . tengo insomnio
me responden riendo hasta las lágrimas
la noche en vela
la noche en vela
léeselo dice Julio
miro la hora
tres treintaiocho
me imagino que te leo este poema
no te digo que es para ti
porque supongo que lo supones
y si supones que es para otra mujer
y esa otra mujer lo cree para ella
también estará bien supongo
estos posibles malentendidos
son como cinco tazas de café al hilo
y dos líneas de yapa
miro la hora
cinco cero tres.
[Mauricio Redolés]
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