jueves, abril 19, 2012

amistades

Visceral y en calma, si es que esa combinación se permite, me encuentro, pensando, en las amistades.
Creo que nunca he sido muy de amistades, tengo grandes amigas y amigos, pero pocos, muy pocos. No soy de las que mantienen las amistades, sino más bien de las que establecen amistades según la cotidianidad en la que se encuentra. He pasado por fases, de amigas y amigos, y debo decir que más que quedo con los últimos, ser amiga de un grupo de hombres, es simple, es divertido, y si el tiempo hace que nos distanciemos, cuando nos vemos de nuevo siempre es rico y es alegre, ser amiga de un grupo de mujeres es fatal, porque cuando llega el tiempo en que (al menos yo) me distancio presa de mis coyunturas y mis tiempos, entonces empiezan los pelambres, seguidos por los reclamos, se cobran sentimientos, se sacan cosas en cara. Es como: si ya no somos amigas, somos enemigas.
Por supuesto que no hablo de todas por igual, sino que dejo explotar la visceralidad a la que me lleva un día como hoy, con un comentario desagradable, absolutamente de más.
Será quizás que nunca me he dado a expresar cuando establezco una amistad, ya que tampoco soy de promesas, no prometo ser amiga por siempre de nadie, ni prometo crucificar a la amiga que se aleje de mi. Entiendo los tiempos a los que todos estamos sujetos, que no son solo los tiempos de trabajo, ni de estudio, sino los tiempos emocionales enraizados en todo aquello que nos constituye como individuos.
Será que a veces todo es mucho más simple que lo que parece.
Será que las cosas simples son más complejas que la simpleza que proyectan.
Será que estos casos particulares que me estallan hoy, no son sino el reflejo, de una amistad que nunca ha sido amistad y que recibió ese nombre sólo por la necesidad de sobrevalorar ciertas cosas.
Será que soy tan solo una mujer.

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