"Ya está todo dicho - dijo Juan - . Me alegro de no tener un Dios. A mí nadie me va a perdonar; y nada puedo hacer para que el perdón me sea otorgado. Corro sin ventaja, sin el gran recurso del arrepentimiento. De nada me valdría arrepentirme, porque en mi mismo no hay perdón. Es posible que tampoco haya arrepentimiento; pero entonces el destino es absolutamente mío: yo sé, al faltar a mi tabla de valores, que lo hago; y sé y supongo por qué lo hago; y mi hecho es irremisible. Si me arrepintiera, sería inútil lo mismo; caería en la autocompasión o la casuística; antes me muera cien veces."
Julio Cortazar, el Examen
Julio Cortazar, el Examen
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