domingo, febrero 18, 2007

un cuentito

Imagínate – dijiste poniendo especial acento en la i – que las nubes pudiese llegar a nuestras manos y así te regalo un rabo de nubes y no es una canción, sino emoción pura.

Toda la tarde habían pasado tirados en el pasto y mirando el cielo, el silencio muy presente, a ratos tenso, bien tenso, como cuando hay algo que confesar, pero hay un pero, siempre hay peros, a ratos el silencio era tan tan lindo, sobretodo cuando ellos caían gota a gota en los ojos del otro, mirándose así, viéndose en su reflejo, dejándose quemar por la esencia de amor residente en ellos. Como nunca, podían disfrutar de un momento tranquilo, quizás demasiado tranquilo. Entonces como volviendo de un sueño ella toma el libro en el que apoyaba su cabeza y comenzó a leer…

-“Además es como un bumerang ¿entendés?”- No, no entiendo.- Dijiste respondiendo pues no te habías dado cuenta que yo había empezado a leer el libro que me regalaste. –Sábato- te dije –amor, leo a Sábato- entonces seguiste igual de pensativo así mirando las nubes, como sin darte cuenta de lo que acabábamos de hablar. Me gusta cuando te pones así y miras eternamente las nubes y yo pienso que buscas algo, alguna letra, alguna respuesta, qué se yo. Trato de leer pensando en lo que estarás pensando y de tanto pensar ya no leo nada y vuelta a poner el marcapáginas en donde estaba. - ¿qué dijiste del bumerang?-

Sordos, siempre, se buscan, se piensan, se encuentran y se vuelven a perder en la noche.

-Hace frío, ¿entremos?-
-Sólo si me dejas regalarte una canción y un beso
-Te dejo regalarme la vida entera, pues ya te estoy regalando la mía
-¿Ves que te pones cursi?, no hay caso contigo.
-Somos los dos, mi amor, estamos así, y miramos nubes…

-Mejor vamos por el mate, que hace frío

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