ahora, cuando todos duermen, quisiera tal vez ser valiente, dejar la cobardía por unos momentos y atreverme a decir lo que no he dicho, mirarte de frente querido y decirte que esto no va a andar, decirle a Andrés lo tarde que ha llegado nuevamente, reconocer que amor es la palabra que he evitado durante estos meses, reconocer que era lo que me moría por decir cada vez que te llamaba bonito... pero todos duermen y en el fondo, no hay a quien decírselo, me lo digo a mi misma pero no basta, nunca basta tan sólo ese acto instintivo de soltar los argumentos al espejo como esperando que éste los refute, porque nunca los refuta, tan sólo está ahí mirándome y recordándome lo tarde que es en mis ojeras, recordándome tal vez que ya no hay tiempo para salir, que ya no queda tiempo como para ir dejando las cosas al azar, que en realidad odias tanto dejar las cosas al azar que lo vas evitando, en cada conversación, en cada cita, en cada reunión, vas evitando el azar, planificando lo que será el contraazar... y ya no te comes las uñas, y ya nada te saca de lo que has establecido para tu día, todo resulta con precisión, de la mañana a la noche en la que te acuestas cansado a planear el día siguiente. Tal vez sea por eso que adoras esa tarde de día viernes en el que no existen ni azar ni contraazar, tan sólo existimos mirando los trenes. Quizás no logre ser valiente esta noche, pero una de estas juntaré el valor y diré.. lo que aquí no he podido decir... Esta noche quiero besarte y abrigarme en vos...
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