-Por mí -dijo el cronista- los seguiría leyendo volontieri, pero vos sos de los que desaparecen por seis meses y no se te ve ni el pelo. ¿Usted lo tiene secuestrado, Estelita?
-Ay, si pudiera -dijo Stella-. Lo que sí él escribe mucho y se la pasa tomando mate. Yo le digo que tanto estudio un día le va a hacer mal.
-Ya ves -dijo Andrés-. Te han hecho el retrato perfecto del anacoreta, con mate y todo.
-¿Y por qué uno no se entera de lo que escribís? -dijo Juan-. En este país uno escribo por lo regular para los amigos, porque los editores están demasiado ocupados con las hojas en la tormenta y los séptimos círculos.
-Mirá, uno va juntando cosas, hay que revisarlas, pasarlas a máquina... Y después de todo, ¿qué necesidad hay de leer tanto? -dijo Andrés, furioso-. Hablan de lo que uno hace como si fuera imprescindible. Sí, llevo un diario. ¿Y qué? Es más bien un noctuario. ¿Y? Hagan el favor, che, con todo lo que hay por ahí para leer...
-Sabés muy bien que uno lee a los amigos por otras razones -dijo Clara.
-Bueno, de acuerdo, pero cuando se empieza a juntar gente como en un choque de autos,
Tu descripción acaba de darme vuelta el estómago -dijo Andrés.
-Ay, si pudiera -dijo Stella-. Lo que sí él escribe mucho y se la pasa tomando mate. Yo le digo que tanto estudio un día le va a hacer mal.
-Ya ves -dijo Andrés-. Te han hecho el retrato perfecto del anacoreta, con mate y todo.
-¿Y por qué uno no se entera de lo que escribís? -dijo Juan-. En este país uno escribo por lo regular para los amigos, porque los editores están demasiado ocupados con las hojas en la tormenta y los séptimos círculos.
-Mirá, uno va juntando cosas, hay que revisarlas, pasarlas a máquina... Y después de todo, ¿qué necesidad hay de leer tanto? -dijo Andrés, furioso-. Hablan de lo que uno hace como si fuera imprescindible. Sí, llevo un diario. ¿Y qué? Es más bien un noctuario. ¿Y? Hagan el favor, che, con todo lo que hay por ahí para leer...
-Sabés muy bien que uno lee a los amigos por otras razones -dijo Clara.
-Bueno, de acuerdo, pero cuando se empieza a juntar gente como en un choque de autos,
pibe, la cosa me huele a funeral, y de esos con discursos y salvas al aire.
-Pero es que nos encantan las capillas -dijo Clara-. ¿Qué idea te hacés de Buenos Aires? Entre nosotros el reparto de papeles es perfecto; vos escribís algo y cinco o seis parientes y amigos lo leen; a la semana siguiente cambia el orden: Juan escribe un cuento, vos y yo lo leemos... Funciona muy bien, no me vas a decir. A veces me río pensando que en la Casa debe haber centenares escribiendo para tres, ocho o veinte lectores.Tu descripción acaba de darme vuelta el estómago -dijo Andrés.
[El Exámen, Julio Cortazar]
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