Pablo de Rokha
El graznido cosmopolita de los crepúsculos
azota mis angustias,
derrumbando los árboles enloquecidos y las ideas
Yo estoy botadooceánicas de los árboles enloquecidos...
con mis zapatosaquí,
y mis universos;
como la mar, sonando...
muerto, completamente muerto, y haciendo vida
crecido de montañas con las hojas marchitas,a lágrimas
y la voz de los ruidos dispersos y rodantes
en la audacia negra del canto...
Ancho tubo de soles amarillos
las lágrimas-lluvias de los objetos,
hondo tubo de mares asesinos,
atraviesan la ruina sonora que es la desgarradura
y las miradas serias de las tumbasde mi corazón,
se quiebran tronando en mis sesos
como la patada del tiempo en la muerte del héroe.
¡Ah! ventolera, inmensa ventolera
de lo infinito
que me deshojas horrorosamente,
-¡ah! ventolera, inmensa ventolera-,
todo el costillar despavorido...
Soy el hombre que viene errante
y murió,
y anda andando
con sus jaulas de leones y aves sin sentidos,
sus acordeones y sus violines estupefactos,
vendiendo otoños maduros
por el alambre que ata los cielos y los mundos;
y anda andando
absorto en la verdad colosal de su espanto,
como la araña por la tela
como la araña por la tela,-¡Dios mío!...
y los hijos futuros por la infancia del padre.
La sabiduría lluviosa del silencio
empapa las hilachas de mis actos
y, sin embargo, cuando caen, pasmados
y alucinados,
sobre la boca absorta del misterio,
lloran como los granos dorados y ruidosos
en el granero.
Lo mismo que un toro de oro
canto,
pienso y derivo, rodando tierra abajo,
con mis poemas en el vientre,
despedazándome
por las verdades y por las ciudades.
La culebra geométrica de los últimos gritos
me muerde la gargánta,
y un dolor varonil, como de potro, clavado en
me impele a obrar, a hablarla oscura osamenta,
en gritos, en ladridos, en signos atropellados
que me arranco de las entrañas.y ensangrentados
Parecido a un ciego demente,
golpeo las puertas abiertas que estaban cerradas,
horriblemente cerradas, de lo irremediable,
y pregunto por «Dios» a las estrellas muertas.
Terremotos de paradojas,
levantamientos de volcanes sentimentales
derrumbes de dolores,o filosóficos,
cataclismos de tristeza, cataclismos de belleza
remecen la tronchada matemática de mi sistema
hay torvas lagunas de idiotezplanetario;
y montañas de hierro de genialidad
sobre el panorama cóncavo de mi actitud ilimitada,
y las niñas azules y alegres de lo ingenuo
juegan con racimos de atardeceres felices,
vendimiando uvas de hierro en la maquinita
encima de los claros paisajes de miel y violetasde las bocas mimosas,
que tiemblan colgados sobre mis abismos,inumerables,
como tonadas de labriegos
al pie de los mitos guerreros.
Los pájaros muertos de mi voz agraria
oscura y formidable,y formidable,
egregia y formidable,
como un batallón de asesinos crepusculares
los pájaros muertos de mi voz agrariadomando la anchura oceánica,
anidan en los tejados de los cementerios,y formidable
las herrerías,
los prostíbulos, los rascacielos,
las funerarias;
y una lúgubre significación les preside
cuando revolotean, enloquecidos y amargos,
como guiñapos de planetas que rodasenarriba del atardecer,
contra la solidez aplastadora de las murallasestrellándose
Absorto en mis hundidas incertidumbres,invisibles.
doblada la cabeza de humo inmóvil
sobre el enorme corazón montañoso y cavernario,
solo,
con el tiempo del tiempo,
ando en tranvía vestido de estrellas y sepulturas,
compro cigarrillos como catafalcos y estoy muerto,
hablo con el animal comerciante, con el animal
con el animal de los gestos cuadrados comoperiodista, con el animal vagabundo,
con el animal de los gestos nocturnos, comoretratos,con el animal de los gestos polvorosos comoborricos,
con el animal espantoso que tiene botica,sepulcros,
con el animal estupendo y arrastrado que
que está absolutamente casado con doscientosconversa, que vive, que defeca
y canta,kilos de carne imbécil,
y llora,
y come,y duerme
y hace chiquillos sin cabeza,
y dice gruñendo «la ley, la justicia, la belleza
y hace chiquillos sin cabeza,
y dice gruñendo «la ley, la justicia, la belleza
parado frente a lo infinitode los cielos abiertos»,
con las manos en los bolsillos
y el ideal en los testículos...
Yo vengo saliendo de las montañas
que aullan inmensamente al otro lado del verso,
desde el día primero de las cosas...al otro lado del gesto y al otro lado delhorizonte
Mi corazón forrado de pieles salvajes,
huele a peumos y a boldos lo mismo que
mi corazón, untado de mieles rurales;los rumorosos talleres de los carpinteros,y el mugido de las yuntas agrarias,
y en las granjas maduras de mi espíritu
cantan los gallos, los mohosos gallos domésticos,
braman los toros enamorados,
y ladran los perros eternos, ensangrentando
un gran rugido de jaguares y de torrenteslas viviendas y los caminos apolillados...,
aureolado de buitres feudales y anchos laurelesenloquecidos,
me cruza los huesos ardidos...luminosos llenos de esquilas y resplandor,
Los jumentos desaforados y profundos
de mi carne y mi sangre,
los instintos canallas, sublimes, idiotas,
los mismo que carcomas de sueño, lo mismo querevolucionarios,que ladran mordiendo mis dolores
las fuerzas violentas y despavoridas del universogusanos de rabia,
me empujan de abismo en abismo,
de angustia en angustia,
de espanto en espanto,
como el amor al hombre, como el dolor al mundo,
a quien se asoma horrorizado
a la rendija inmortal de los sepulcros.
«he ahí mis manos, mis piernas,
y he ahí mi pensamiento,
he ahí las plazas públicas, los filósofos, las letrinas,
y querría huirlas iglesias, etc.»,
huir, huir ladrando en pelotas,
gritando horriblemente, llorando horriblemente
como un individuo a quien le mostrasen el retratohasta la eternidad,
o a Dios cara a cara,de su esqueleto,
o una gran mano peluda le apretase es pescuezo
o el Diablo le sacase la lenguaen lo obscuro,
a la salida del cementerio,
lloviendo, a la salida del cementerio, carajo,
Y cuando voy trotando, loco, trotando entre la lunaa la salida del cementerio...
me quedo atrás,y las tumbas,
me quedo atrás y digo:
«allá va el tonto, el tonto,
allá va el tonto,
allá va el tonto, el tonto
de la chaqueta negra...»
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