martes, mayo 24, 2011

otoño

El otoño está intenso, lo sé porque cuando camino por las calles, las hojas se agolpan ante mis zapatos que las patean ganosos de nuevos suelos.
Tantos colores que son cada día distintos, invadiendo la ciudad, atacándola con sus hojas que se acumulan incesantes, el otoño es así, impredecible, inquieto...
Este otoño, 2011, está tan lleno de vísceras, de piedras en las calles, de grito, de marcha, de protesta, de lacrimógena y correr, correr todo el día amor que siempre vamos atrasados.
Y cuando camino apurada, imagino que las hojas en el suelo intentan atrapar mi pies, intentan aferrarse a ellos en cada golpe, para dejarme ahí, parada, un momento, contemplando simplemente, contemplando el otoño...
Qué otoño más ingenuo, no sabe, no imagina que lo observo siempre, por puertas, ventanas, ventanales y ventanillas, lo observo.
En el bosque lo admiro y caigo de rodillas, en la ciudad sin embargo, lo disfruto, lo descubro a mi paso, veo el otoño en los gestos de la gente, en el brillo del sol, en el caminar que sabe, que no vacila ante la pavorosa realidad de caminar hacia el invierno, cada paso más cerca del invierno, cada paso, el otoño aquí, con sus noches cruelmente frías, esas noches en las que hay que dormir bien abrazados no más, estas noches.

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