Nadie te ha enseñado a ser madre y de pronto te ves en el embarazo empezando a bombardearte de temas. Lo que puedes comer/hacer en el embarazo y lo que no. El parto, tipos de parto, idealizar el parto versus la realidad que nunca se ciñe a nuestros planes. La lactancia, el miedo social se impone ¿Seré capaz de parir? ¿Seré capaz de lactar? Intentas conectarte contigo misma y te llueve información que no alcanzas a digerir.
Nace la guagua y esto recién comienza. Fuiste capaz de parir, fuiste capaz de lactar, el parto no fue del todo como lo esperabas y vives un duelo sin saberlo, eres un torbellino de emociones, hormonas, dudas, he leído que el cerebro y sus conexiones se reconstruyen en la mapaternidad. Sueltas entonces el parto que no fue, abrazas y agradeces tu parto imperfecto que trajo a tu bebé a salvo contigo, no tuviste un apego largo al nacer porque el pediatra dijo que la bebé venía obstruida, se la llevaron sin su padre por protocolos COVID, tienes que dejar de sobrepensar en eso y avanzar. Te duele la episotomia y sientes que te la practicaron por rutina y no por necesidad, tienes que dejar de leer sobre partos ideales que no fueron como el tuyo porque te llenas de una pena inútil. Te va bien con la lactancia, pero a veces duele, a veces agota, te duele la cuerpa, los entuertos, te desangras más de un mes, te duelen las manos, las caderas, las piernas, te despiertas tiesa, duermes sin descansar por miedo a aplastar a la bebé, te transformas en un fuerte en torno a ella por las noches. Te duelen los pezones y tardas en entender que es una perla de leche, duele y la única forma de que desaparezca es seguir lactando, valor. Lo haces. La lactancia no debería doler, dudas, estás haciendo algo mal? Tiene algún problema mi guagua? Te deja de doler, es intermitente, lo normalizas, hay otras cosas. Sigues leyendo porque te sientes insegura porque nadie te enseñó a ser madre y aunque sientes que tuviste buenos ejemplos sabes que son sesgados y que a ellas tampoco les enseñaron, improvisaron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían. Lees sobre el apego, crianza respetuosa, alimentación complementaria, hay mucha información en internet, hay muchas aplicaciones que pretenden decirte cómo hacerlo bien, que estimular, que los masajes, que los cuentos, que el porteo, que el ruido blanco, que la iluminación, que tal o cuál juguete mágico que es súper estimulante y natural y ecológico y la cacha de la espada. Dejas de leer y miras a tu bebé en su simpleza, encuentras su mirada alegre y sabes que es una niña feliz, que no necesita que leas tanto texto sino que la leas a ella, que no necesita tanto juguete, sino tener tu atención, que quiere compartir todo lo que descubre contigo, que se ríe cuando encuentra tu mirada en el simple juego -dónde está, aquí está-. Sigues tu instinto, dejas de seguir un montón de cuentas que te llevan a compararte de una forma no positiva, comprendes que cada niñe es un mundo y que tu hija es tu mundo, a ella le basta y le encanta contigo, suspiras cansada, plena y feliz.
Vas a seguir leyendo, vas a seguir dejando de seguir cuentas que no te hacen bien, vas a seguir prefiriendo los libros sobre la dispersa e inconexa información en las redes sociales, vas a quedarte con lo que te hace sentido en tus valores, pero sobre todo vas a seguir observando conscientemente a tu hija y vas a aprender de ella lo que le hace bien, lo que le hace mal, lo que la hace feliz y lo que le da dolor de guatita.
Y mientras tanto todo eso, además de ser mamá eres mujer, pareja, hija, hermana, amiga, fracasas en algunos de esos vinculos porque no se puede con todo a la vez, tienes que volver a ser trabajadora y tuviste que pedir un poco de ayuda para mantener andando la reciente asociación que levantaste, mientras tanto todo eso cuidas de un jardín y ves crecer tus plantas, te empeñas en volver a entrenar aunque sea muy de a poco, recién a los 7 meses desde el parto logras ir a la peluquería a arreglar el corte que te hiciste al mes de nacida de la hija cuando estábamos en cuarentena y el pelo largo estorbaba.
Hasta la sobre información sobre salud mental y autocuidado cansa porque además de lo que dice textual nos está invitando a criticarnos porque no nos hemos dado ese espacio, porqu no hemos sabido salir sin la bebé. Me detengo ¿Será que aún no quiero salír sin mi hija?. Estoy cansada, es un hecho, pero no quiero aún despegarme de ella, ese es otro hecho.
A veces pienso mucho en simplemente desconectarme de las redes para acabar con esa presión social silenciosa que vive en ella, pero también reconozco que está llena de gente bonita, de personas que la distancia y la pandemia no permiten ver a menudo pero que se sienten cercanos. Entonces filtro y limpio el contenido que estoy viendo y trato de quedarme solo con lo que me hace bien.
Sé que seré una mamá imperfecta, lea todo lo que lea, todos nos equivocamos, solo espero equivocarme con el mayor amor posible y tomar decisiones guiada por mi instinto y mi conexión con mi hija y no porque alguien (que no es su pediatra) así lo dice.
Suficiente por hoy, solo quería soltar un poco estas ideas. Cambio y fuera
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