los amantes

Sólo le basta tomar su mano para comprender el infinito, sólo le basta mirarlo a los ojos para detener el tiempo, es entonces cuando ocurre la magia y en el huequito que está en el centro del pecho calza la pieza que él le entrega con su mirada, y es tan inexplicable pero es tanta felicidad, es la pieza que falta del rompecabezas que son ellos.
Luego de eso cierran los ojos pues no necesitan nada más, no precisan palabras, más bien les estorban. Los amantes dejan el tiempo y las imágenes para transformarse en puro sentido, en emociones y sensaciones. Recién entonces se besan diciéndose todo lo que no se saben decir, se besan y se abrazan pues buscan hacerse sólo uno, no soportan estar separados en dos cuerpos distintos, quieren ser sólo uno. Y la mano de ella va recorriendo el cuello de él como jugando, como bailando, mientras la mano de él baila en la espalda de ella y baja hasta su cintura para detenerse en la cadera y asirla con más fuerza contra él.
Se besan, podrían besarse todo el día y cada beso es distinto al anterior porque hay tanto por decir.
Pero los amantes saben que no están solos, es así como después se integran nuevamente al mundo y tratan de arreglar todo, tratan de entender la vida, leen libros viejos y discuten de política, de flores, de música y de comida, de religiones, de tomates, de manos y de historia.
Es así como sólo basta que se tomen de la mano para que sepan que el mundo avanza, que todo va bien y que no están solos.